lunes, 20 de agosto de 2012

El Viaje



Cuba es un país que en más de una ocasión habíamos querido visitar, queríamos ver y sentir esa singularidad tan especial que tiene este país y sus gentes caribeñas.
Queríamos ir antes de que algún día cambiara todo y fuera un país diferente, seguramente también sería una nación mejor, pero sin esas particularidades que lo hacen único en el mundo.

 


 


















 











 


















Una vez más nos preparábamos para una nueva aventura. Esta vez con un viaje más relajado y tranquilo, tan sólo 11 días y con menos movimiento que en otros anteriores. Otra vez por libre, aunque al principio no estaba planeado así. Volvíamos a América después de aquel viaje de 2001 a Ecuador, sus Ándes y sus maravillosas Islas Galápagos.
En esta aventura en principio sólo nos íbamos a embarcar Marga y yo, pero al final, después de pensarlo más, decidimos llevarnos a nuestro pequeño Huguito.
El viaje iba a ser incluso tan relajado, que me había rendido en principio a contratar un viaje organizado. Algo así como un viaje de 7 días, de esos a piñón fijo donde no se decide en nada. Pero la suerte una vez más se puso de nuestra parte. Cuando empecé a mirar agencias, allá por noviembre, descubrí algo que ya había observado con anterioridad, pero que no recordaba. Resulta que las agencias de España no sacan los folletos de los viajes de verano hasta que no han terminado la temporada de Semana Santa. Por lo que si uno quería dejar atado o reservado un viaje para el verano en Navidades debía esperar hasta después de Semana Santa.
Curiosamente, buscando en Internet, encontré muchísimas agencias sudamericanas y norteamericanas que ofrecían viajes a Cuba desde octubre de 2011.
¿Por qué si viajabas desde América uno podía reservar un viaje para el verano con hasta 7 meses de antelación y sin embargo en España el margen era de apenas tres meses?
¡Aquí siempre a piñón fijo!
Bueno, el caso es que desestimamos por completo las agencias y sacamos tres billetes de avión con destino a Cuba para un viaje de 11 días.



 Otra vez tocaba organizarlo todo, sólo que esta vez no sería tanto como otras veces; apenas tres hoteles, un vuelo interno, más los alquileres de coche con chofer que haríamos sobre la marcha.
Sólo faltaba decidir los destinos y el tiempo que estaríamos en cada uno.
Empezaríamos con tres días y noches en La Habana, cuatro días y cuatro noches en Cayo Guillermo, dos días y dos noches en Trinidad, en Cienfuegos apenas unas horas, y la Habana un día más.

Nos decidimos por cayo Guillermo, por sus playas solitarias y bellísimas, con sólo cuatro hoteles en los muchísimos kilómetros playa, y con unos fondos marinos espectaculares para el buceo o snorkeling.
Los hoteles contratados por libre merecen la pena con todo incluido. Resulta que si uno compra billete de avión a Cuba y reserva hotel en Cayo Guillermo, sale bastante más económico que el mejor precio de agencia a Cayo Guillermo, aparte de que la mayoría de estas agencias no trabajan con este destino. Esta rentabilidad  incluye incluso a un Meliá y metiendo en el precio total el hotel en la Habana, taxis de aeropuerto y traslado la Habana- Cayo Guillermo.
Pero nosotros incluimos también dos días en Trinidad. En principio queríamos repartir un día en Trinidad y otro en Cienfuegos, pero al final decidimos dedicarle dos días completos a Trinidad y apenas unas horas a Cienfuegos. En mi opinión creo que acertamos de pleno, aunque esto es cuestión de gustos.
Trinidad es una pequeña población, en realidad podríamos decir que es un pueblo de precioso y espectacular estilo Colonial con un suelo empedrado único, con gente amable y cariñosa. En fin, sublime.
Cienfuegos tiene zonas muy bonitas de arquitectura Colonial francesa, pero es más ciudad grande y en mi humilde opinión con menos encanto.
Trinidad tiene otra cosa a su favor; a 12km se encuentra la preciosa Playa Ancón y sus espectaculares arrecifes de coral.
Nos alojamos en un hotel de Playa Ancón para poder disfrutar de ese cálido Mar Caribe cuando no estuviéramos visitando Trinidad.


































 





 



 
 










De La Habana ¿qué puedo decir?

 La visión de La Habana es algo inaudito ¡qué maravillosa ciudad! ¡qué edificios tan preciosos! ¡qué arquitectura colonial y colosal! Aunque estas construcciones estén muchas de ellas desvencijadas y descuidadas por falta de dinero, siguen siendo hermosas esas fachadas de colores imposibles y soportales enormes y acogedores.
¿Y los coches?, esos coches antiguos de los años 40, 50 y 60. Cadillac, Chrysler, Dodge, Ford, Lincoln Continental, Mercury, MG, Plymouth, y sobre todo Chevrolets. Salidos en su momento de Estados Unidos y Canadá y conservados aquí eternamente gracias a sus chapas de gran grosor y a la astucia cubana, capaces de inventarse las piezas si no hay repuesto, o simplemente cambiándoles el motor a esas súper carrocerías. Dinosaurios vivientes que dan un toque mágico a las calles de La Habana.
Antes de ir a Cuba, pensaba que eran unos pocos coches antiguos los que había, todos al lado del Capitolio como había leído. Pero no, en realidad están en todos lados y de todos los colores chillones posibles, son un 70% de todos los automóviles y están en cada esquina, utilizados por el pueblo cubano como taxis colectivos
. Ya hablaré en otro momento como el embargo total consiguió dejar anclado en el tiempo el parque automovilístico cubano, siendo esta la metáfora más preciosa del bloqueo, con el bloqueo salvaje, el pueblo cubano hizo magia.




  






















La singularidad de Cuba, el embargo

 Como ya he dicho antes: “Cuba es un país que en más de una ocasión había pasado por nuestras cabezas a la hora de decidir un destino, queríamos ver y sentir esa singularidad tan especial que tiene este país y sus gentes caribeñas. Queríamos ir antes de que algún día cambiara todo y fuera un país diferente, seguramente también sería una nación mejor, pero sin esas particularidades que lo hacen único en el mundo”
Un país marcado por un régimen en socialista desde 1959 y lastrado por un embargo brutal de Estados Unidos.
La cercanía de Estados Unidos, hizo que la historia de Cuba estuviera ligada a su país vecino.
En principio el embargo (1960) fue una medida ante las expropiaciones por parte de Cuba de propiedades de ciudadanos y compañías estadounidenses en la isla. En el museo de la Revolución pudimos ver algún artículo de periódico hablando de esto, con fotos de como se expropiaba entre otras la compañía Westinghouse. Imagino los “humos” de Estados Unidos entonces.
Cuando la Revolución cubana derrotó al gobierno de Fulgencio Batista, Fidel Castro llegó al poder. El nuevo gobierno cubano decretó la Primera Ley de Reforma Agraria de Cuba en 1959 que dio pie a las expropiaciones de las grandes propiedades agrícolas, muchas pertenecientes a empresas estadounidenses.
A cada nacionalización cubana, los Estados Unidos respondían con nuevas contramedidas, como la prohibición de toda exportación a Cuba
Estas sanciones y bloqueo continuarían mientras Cuba no adoptara medidas para la democratización y respeto a los derechos humanos.

 


 
  

En 1996, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley Helms-Burton Act. que eliminaba la posibilidad de hacer negocios dentro de la isla o con el gobierno de Cuba a los ciudadanos estadounidenses.
El embargo comercial hacia Cuba es el más prolongado que se conoce en la historia moderna. Ha sido condenado 20 veces por las Naciones Unidas, porque argumentan que es un lastre para la economía cubana. El embargo en la última votación, el 25 de octubre de 2011, solo contó con el apoyo de EE. UU. e Israel.
Curiosamente, a pesar del bloqueo Estados Unidos es el primer suministrador de productos agrícolas de Cuba. Pero este comercio entre los dos países tiene unas condiciones “especiales”. Cuba tiene que pagar en efectivo y al contado todos los productos que importa desde EE.UU, ya que este no le concede ningún tipo de crédito financiero al gobierno de Cuba.
La Unión Soviética, en cambio, ofreció a Cuba precios preferentes para las exportaciones cubanas.
Kennedy implantó restricciones en los viajes a Cuba el 8 de febrero de 1963, y se emitió las Regulaciones para el Control de los Recursos Cubanos el 8 de julio de ese mismo año, bajo el Ley de Comercio con el Enemigo como respuesta al hospedaje de misiles en Cuba. Bajo esas medidas, los activos cubanos en Estados Unidos fueron congelados.
Hoy en día los ciudadanos de USA pueden viajar a Cuba , pero no pueden hacer transacciones comerciales con este país.


 





 


 





 












 










 En 1999, el presidente Bill Clinton amplió el embargo comercial prohibiendo a las filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por valores superiores 700 millones de dólares anuales.
2004, la administración de George W. Bush aplicó un nuevo paquete de medidas; se limitan los viajes y envíos de remesas a solo los familiares cercanos (padres, abuelos, hijos, hermanos), además de alargar la espera para viajar a Cuba a tres años.
Estados Unidos congeló las inversiones cubanas en Estados Unidos y sus cuentas financieras bajo jurisdicción estadounidense, además de limitar el comercio. También ilegalizó la compra, por parte de ciudadanos estadounidenses, de bienes de consumo fabricados en Cuba fuera de Estados Unidos.
Los subsidios de la URSS y el Comecon, junto a su trato comercial preferente, limitaron el impacto en las primeras décadas del embargo.
El fin del socialismo estatal en Europa oriental en 1989 y de la Unión Soviética dos años después, causó una crisis económica en Cuba, perdiendo el 85 % de sus relaciones comerciales acentuándose los efectos del embargo.
Cuba se ha visto obligada a recurrir a países mucho más lejanos para abastecerse de determinados productos, con los consecuentes gastos y complicaciones. Desde entonces, gracias al turismo Cuba ha podido salir medianamente a delante.
Estados Unidos empresas como General Cigar aprovechando el embargo se apropiaron del nombre Cohiba para vender bajo dicho nombre tabaco no procedente de Cuba.
Críticos de izquierda aducen que el embargo tiene el objetivo de evitar el éxito del plan económico del estado cubano, evitando así que sirva de ejemplo en otros países latinoamericanos.
Otros críticos siembran dudas a la utilidad del embargo: argumentan que, en vez de influir en el gobierno cubano alejándolo del modelo socialista, en su momento le ató aún más a la URSS.
Diversos sectores liberales creen que el embargo ha afianzado al actual gobierno en el poder y evitado que Cuba adopte el libre mercado, y siga un camino similar a otros países comunistas.
El embargo cuenta con la oposición de la comunidad internacional. Las Naciones Unidas han aprobado varias veces resoluciones instando a Estados Unidos a levantar o al menos aligerar el embargo con amplia mayoría: en 2002 173 países votaron a favor, mientras sólo Israel, Estados Unidos y las Islas Marshall se oponían; en 2004, sólo EEUU, Israel, las Islas Marshall y Palaos se opusieron.










 





















 












La ley Helms-Burton ha sido objeto de críticas por parte de los gobiernos canadiense y europeo, que no aceptan las pretensiones extraterritoriales de Estados Unidos, ya que la ley incluye formas de castigar a compañías no estadounidenses que comercien con Cuba. Recuerdo alguna gran compañía hotelera española amenazada hace unos años por Estados Unidos por invertir en Cuba.
Varios líderes religiosos se han opuesto al embargo por diversas razones, incluyendo principalmente motivos humanitarios. El papa Juan Pablo II pidió el fin del embargo tanto en su visita pastoral a México en 1979 como en la visita que realizó en Cuba en 1998.
El Representante ante la ONU de Estados Unidos declaro que “Los problemas de Cuba no se deben a ninguna decisión de Estados Unidos sino al embargo a la libertad que el régimen cubano le impone a su propio pueblo”.
A pesar de la extendida crítica internacional, el 2 de septiembre de 2010 el presidente de los Estados Unidos Barack Obama extendió el embargo contra Cuba hasta el 14 de septiembre de 2011.

En fin, un pueblo lastrado por todos los lados, primero por un régimen “especial” que ya dura 53 años y luego con un embargo salvaje que dura el mismo tiempo.
Un pueblo con ganas de cambio, cambio que debe llegar desde varios frentes.




 








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